miércoles, 14 de octubre de 2009

Y ya era de mañana, de esas mañanas que poco conocía, y me desperté de buen humor aquél día, porque también, hace rato que no tenia semejantes sueños, y porque, además era una hermosa mañana, y estuve recordándolo todo, desde el principio del sueño… y pude hacerlo. Y entonces no era cualquier mañana. era una mañana de esas que uno se levanta de buen humor y siente que tiene que hacer algo, que por lo general es muy estupido, porque es así, uno es mas peligroso para uno,y para el resto del mundo, cuando esta de buen humor, que cuando tiene un humor de perros, pero bueno, son los riesgos, yo aprendí a convivir con ellos, y hoy: era una buena mañana. y entonces agarre mi bicicleta que estaba casi podrida, y me quedaba pequeñita, porque parecía un orangután arriba de un triciclo. Y decidido como no había estado en años, empecé a pedalear para el norte porque me sentía movido por una energía superior que me llevaba hacia el norte, como me habia pasado otras veces. Como cuando rescate a Mirna de la horda evangelista, o como cuando, tuve aquel día glorioso, inolvidable que me proponía contar antes de todo esto, y que nunca pude hacerlo, porque bueno,,, agarre mi bicicleta y pensé en pagar las cuentas de alguna forma. No sabia como, ni me importaba, pero ya no estaba Mirna, así que tuve que hacerlo solo, o no tan solo, tenia la energía suficiente mi energía, digamos… divina, entonces, fui y lo hice, y me duró tres días, tres días, de reconocimiento… y de trabajo duro, pero cuando Antonio Alfaro recibió los 332 pesos del maldito alquiler, yo estaba tirado en el piso, destruido, por los próximos dos días, y agotado por todo la estupida idea que había tenido de pagar el maldito alquiler, porque la gente consume mierda, me dije, porque fue eso lo que les vendí, mierda enmarcada para colgar en sus paredes, y puedan sentirse mas cristianos que hasta entonces, mas pasivos que hasta entonces, mas humanos que hasta estonces, y entonces pensé en mi estupita cara, ofreciendo esas estupidas cruces o esos estupidos rosarios o esas stupidas calcomanías o esas estupidas postales seudo proto/evangelistas, y en la gente, en lo raro de la gente, o mas bien que yo no entendía a la gente, con todas esas cruces en la portada de sus casas, que me atendían como esperándome, como si fuera un enviado, un pastor algo, cualquier cosa que les recuerde a su dios, o al cielo, que heredaran cuando este infierno se termine, porque ellos creen todo eso, que después de este paso por la tierra, les será concedido el cielo, y trabajan para eso sobre todo cuando se ven mas allá de los 50 años, y yo con mi estupida cara de mormon entalcado, no he sido mas que un nexo, entre sus mundanas vidas, y la metafísica de su salvación, porque cuando golpeé la puerta, de la casa de la esquina, y salio esa mujer, lo pude ver,… vi que eso a ella la hacia feliz, y que yo la hacia feliz en ese momento, que su mentira teosófica la mantenía viva, y entonces hasta llegue a envidiarle, porque ellos creían en algo que yo no pedía creer, y que me importaba tres pepinos, pero su mentira los hacia felices, y mientras tanto mi verdad me hacia infeliz, entonces dude de mi, inmensamente dude de mi, porque cuando le vi la cara a ese tipo reventando de gordura, entendí, que yo no estaba en ninguna verdad, que la verdad no existía, que mas bien existía la mentira tomada como verdad, y me dije: que las sociedades se organizan en base a mentiras, que la mentira de la fe es la que mas mantiene a las almas, en el crucigrama del pecado y de la culpa. Que la mentira metafísica es el dios metafísico, el dios de la gran verdad, y de la gran mentira, que mantiene a las almas en un estado de pasividad social, de aburrimiento dramático, porque cuando toque el timbre, el tipo salio de su casa, me vio y sintió en mi algo de eso, algo de eso en mi estupida cara de mormon entalcado, con una veintena de bijouteries, cristiana que había comprado en una tienda 1/2/3 a un tipo que me dijo: “baya por los barrios pobres y clace media venida a menos, que son los que mas compran esas cosas, que los pobres, son el verdadero consumo de las sociedades, y que se multiplican, en infinita mayor proporción” y entonces cuando salio ese tipo, el gordo, le vi la cara , y me vio la cara, y me hizo pasar, y entonces inmediatamente se convirtió en un contribuyente para pagar este maldito alquiler, mi estupido y maldito alquiler, porque su inmensa gordura necesitaba santos, además de sándwiches y milanesas, y porque mi alquiler necesitaba mártires, mas que simples benefactoras, porque no hay inmensa gordura, que se pueda tener sin un dios que nos bendiga día a día, que nos aliente para seguir comiendo y consumiendo, porque así fue siempre con dios, el dios de los pasivos, es el mismo dios de los activos, porque a dios lo usaron, todos hasta el día de hoy, porque dios fue siempre, la mejor de las mentiras, el mejor de los futuros, de las esperanzas, porque la desesperación, fue siempre el mayor instrumento, para dios, porque dios esta en nosotros, porque dios es nuestra desesperación, continua y eterna, y porque con desesperados, se hacen prosélitos, porque hasta los genocidas hincaron los dedos en dios, para lograr sus satánicos objetivos, porque mi madre evangelista y pro/nazi amparaba en su casa a golpeadores/polizontes/torturadores y hablaban de dios, y de la libertad nacional, y de la sangre de los pecadores que había que derramar, para lograr la libertad de los desesperados, y que los desesperados pidan a dios, al dios de lo militares y de la reorganización nacional, porque el gordo, inmenso marsupial, grasoso, me abrió, la puerta, y me vio, y me compro muchas de mis entupidas porquerías decorativas, porque el gordo, era uno de esos, gordos polizontes/cerdos/marsupiales/gorilotes/medio pelo. Porque el gordo había estado golpeando “subversivos” “inadaptados” “incorregibles” por la libertad de la patria. Porque el gordo era uno de esos,,, un patriota y un héroe, que pedía por el dios policía, militar, genocida, porque el gordo, pedía el dios de la disciplina, y de la mano dura, como mi madre, porque el gordo, le gustaban mis estupidas calcomanías, y me estaba esperando, como se espera, la redención de dios, porque yo era eso, su redención, y lo bendecía con mi rostro de talco, tal como lo hubiera hecho mi madre, casi era una señal, una señal del cielo, de ese cielo, que lindaba con las altas cordilleras de chile, donde el gordo decía que estaban escondidos los desaparecidos, que dio la argentina del 76, porque era el mismo gordo comprador de bijouterie , el polisón de la libertad nacional, el que decía, que los desaparecidos estaban todos viviendo en una comunidad hippie en el medio de las montañas de Chile, y entonces apareció su mujer, que era aun mas gorda que el, y me invitaron a comer, porque se sintió encantada con migo y me hablaron de sus vidas, y de sus hijos policías y cristianos también, y entonces, estaba la crucecita colgada frente a la mesa, en la pared, y entonces les dije que eran las personas mas buenas y sensatas que había conocido, que se merecían el cielo, porque en ese momento algo me paso con dios a mi también, porque a todos nos pasa algo con dios, y entonces, sentado en la mesa, agarre una de las postales, y puse mi mejor vos, y les leí como bendiciendo la mesa. porque yo además de ser un enviado, era prácticamente uno mas de sus hijos que ya no estaban en la mesa con ellos, porque bueno,,, la gente crece, y hace sus propias vidas al parecer, porque así es, y entonces, esta el dolor, el dolor de la perdida del terruño familiar. Y entonces yo estaba ahí por algo, y para eso, para decirles, que era como uno de sus hijos que ya no estaba, y que dios, los bendecía, y me miraron y casi lloraron, y les dije que nos volveríamos a ver, porque estábamos unidos por la vida por el torrente de vida y por la misma desesperación que nos unía con dios. Y entonces agarre una de las estampitas y les leí uno de los textos que estaban al dorso, porque bendije la comida así, porque me pare, al costado de la mesa, en frente a sus rostros, y puse mi mejor cara de mormon entalcado, y mi voz resonó entre esas paredes del comedor, y puse mi mano en mi pecho, y me acorde de mis estupidas clases de declamación. Y entonces empecé,

Jesús dijo: yo soy la vid. Mi padre es el viñatero. Todo sarmiento que esta en mi y no da fruto, el lo corta y lo bota, y los sarmientos que dan fruto los libera de todo aquello que impide frutos mas abundantes. Ustedes ya están libres gracias a la palabra. Que les he enunciado, permanezcan unidos a mi y yo quedare unidos a ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por si solo si no permanece unido a la vid. Así tampoco udes, pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mi, Yo soy la vid, udes los sarmientos, si uno permanece unido a mi y yo a el, el produce mucho fruto, sin mi, nada pueden hacer. discípulos míos.

Y entonces cuando termine estabamos verdaeramente unidos…

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